Hace unas semanas tuvimos la
oportunidad de ir en un viaje relámpago a la ciudad de Tlaxcala, los detalles
de los partidos y sus resultados fueron comentados por todos, la mayoría de los
participantes fueron y vinieron muy complacidos del viaje y de los juegos, los
niños estuvieron muy contentos, porque además de jugar 2 partidos, comieron
tacos, quebraron piñatas, les dieron dulces y por supuesto tuvieron la
oportunidad de conocer a otros niños que comparten la misma afición por el beisbol.
Los padres que viajamos en autobús
(rentado para ese fin), compartimos la camaradería de siempre y por supuesto
las ocurrencias motivo del viaje. En el trayecto de ida, nos recetamos la película
de Madagascar, esa donde andan en Europa.
De regreso, con el cansancio
producto de 2 juegos, del sol de medio día y de un kilo de tierra en los
zapatos, propiedad de la liga anfitriona, nos trepamos al autobús para regresar
a casa, en la venida se dispuso que la película no fuera infantil, para lograr
que los niños durmieran, y así el chofer saco de su cineteca la película “A prueba de fuego”.
La película toca el tema de
los matrimonios o parejas en problemas, visto desde la perspectiva del
cristianismo, la trama es sencilla y predecible, una pareja joven que se
casaron enamorados, que por dificultades de la convivencia diaria están a punto
del divorcio, las amistades y los familiares de cada uno, toman posiciones en
la disputa, unos a favor otros en contra, la mayoría apoyan la inteligente decisión
del divorcio, como el único medio para concluir esa vida de martirio, abuso e
injusticias, que son atribuidas –por supuesto- al otro cónyuge, ese/a “que no te merece”.
Ni el cristianismo (y creo
que ninguna religión) aprueban el divorcio, porque esto va en contra de su filosofía
y sus principios, para el cristianismo la unión familiar es el motor de la vida, es un sacramento, una
presencia viva de dios en el hogar que da a los esposos la gracia y la
iluminación para cumplir su misión.
Pero seguimos con la película,
por su parte, el padre del esposo en conflicto, hace una auscultación con su
hijo y lo cuestiona sobre los principios de su relación, los sentimientos que tenía
y los que aun tiene por su esposa, los problemas que tienen, y le pregunta si “¿alguna parte de ti quiere salvar tu
matrimonio?” y al final le recomienda o aconseja tomar las cosas con calma,
posponer el trámite de divorcio y someterse a una dinámica de 40 días, que
asegura salvó su matrimonio –que también estaba acabando- y le ayudara a
comprender a su pareja y por lo tanto a salvar su propia relación.
La mayoría de las parejas,
ocultamos hablar de cómo se encuentra nuestra relación sentimental, en algunos casos pretendemos
darle a nuestra vida en pareja esa imagen que la mayoría espera ver de
nosotros, por diversos motivos, no acudimos a personas con experiencia para que
nos ayuden o aconsejen a sobrellevar esas discusiones, menos reconocemos en Dios
la posibilidad de sanar nuestro espíritu y guiarnos por la verdad, por lo que
los problemas en un corto plazo crecen y se vuelven inmanejables para dos
personas llenas de desilusiones, sentimientos, corajes y frustraciones
añejadas.
En la ciudad de México, nos
congratulamos de tener un trámite de divorcio administrativo muy ágil, moderno,
con el cual pretende darle a la persona una libertad plena en la búsqueda de su
satisfacción individual, dicen –los que saben- es lo más avanzado en Derecho
Familiar, ya que para su procedencia basta la sola voluntad de una de las partes
que de manera unilateral y expresa da por terminada la relación conyugal, sin tener
que acreditar alguna causal para la disolución del vinculo matrimonial, como
abogado, creo que efectivamente es un avance importante, al reducir la
tramitología legal que implicaba acreditar una causal de divorcio, con testigos,
confesionales, documentales (públicas y privadas) y tan pruebas, por lo que con
estas nuevas disposiciones se reduce el tiempo en el juzgado y se aumenta la recaudación
vía honorarios, emolumentos, ganancias, gastos y propinas a funcionarios, además
de que con ello se lograr una justicia más democrática, porque no se necesita ser
un estudioso del Derecho Familiar para presentar con éxito una solicitud de Divorcio
Incausado.
Sin embargo, es mi deber
reconocer que con estas disposiciones legales hemos reducido el matrimonio e
indirectamente a la familia al grado de un noviazgo de secundaria –que inicia y
termina en los ánimos de los enamorados, hoy sí, mañana no-, me cuesta trabajo
reconocer como un avance moderno del Estado la disolución exprés del matrimonio,
cuando precisamente los gobernantes deben buscar los medios para la perpetuación
de la esencia social, aplaudir unas disposiciones en las que se soslaya la conservación
del núcleo familiar, es difícil de entender, tampoco reconozco como apropiado
el anterior sistema de “causales” que
provocaban, entre otras cosas, el encono entre los cónyuges y sus familias, además
del desgaste económico y emocional para las partes; considero entonces que
debemos buscar un justo medio entre lo “anacrónico”
y lo “avanzado”.
Te recomiendo la presente película,
para que la veas con tu pareja y hasta con tus hijos, de corazón deseo que
nunca estés en una situación como los protagonistas, en el improbable caso, es importante
–como dicen en la película- te tomes un tiempo y recapacites sobre lo verdaderamente
importante en tu vida, seguramente, la mayoría de ustedes no tienen problemas
con su pareja, si ese es tu caso, te felicito, aun así es una película que vale
la pena ver.
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