La navidad es la época en que todos
los cristianos del mundo, festejamos el nacimiento del hijo de dios (aunque sin
certeza respecto a la verdadera fecha de nacimiento), el padre que dio a su
primogénito al mundo para salvar al hombre, en esta fecha conmemorativa los
creyentes la ocupamos (además de gastar el aguinaldo), para reflexionar y acercarnos
a los eventos religiosos que cada iglesia, parroquia o templo, organiza para fomentar
y convencer a su congregación que esté es el preciso momento para perdonar,
olvidar, amarse y mantener vivas las palabras de dios dichas a través de
evangelio “améis unos a otros; como yo os
he amado, que también os améis unos a otros” Juan 13:34.
Todos utilizamos el pretexto de
la fecha para acércanos a nuestros amigos, familiares e inclusive enemigos y
buscar la simpatía, el perdón, el amor y a veces hasta la complicidad, claro y es
que el pretexto vale la pena, como –París
alguna vez valió una misa (según Enrique
IV)- lo importante es olvidar las ofensas y convivir en armonía.
Pero, por qué esperar hasta
navidad? Bueno porque nuestra naturaleza humana nos indica que somos casi
perfectos –al fin y al cabo estamos hechos a imagen y semejanza de dios Gen 1:26- y como tal nuestros errores y
ofensas, realmente no fueron tan graves, vivimos 365 días bañados en un aura de
arrogancia, mentiras, perversidad y orgullo, que nos impide ver nuestros errores, pero si
apreciamos con claridad los cometidos en nuestra contra, y aunque decimos “Y perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores.” Mateo 6:9-13, la verdad es que olvidamos poco y muy despacio
las ofensas cometidas en nuestra contra.
Por eso la mayoría hacemos un
balance de cómo nos fue en el año, mi balance para este año en particular (muy
a mi pesar) creo que salió en números rojos en algunas partidas, y aunque en el
general, obtuve ganancias, las pérdidas fueron muy costosas, sabemos que la
regla dice que todo aprendizaje siempre tendrá un costo, a veces nos sale
barato y sólo pagamos una cantidad, otras, llevara un costo más lejos de lo
económico.
Mi balanza de pérdidas y
ganancias es así: con vergüenza conocí
gente, lugares, cosas y palabras que nunca pensé las tendría en mi inventario;
ame de noche odie de día: vi el lunes como viernes y el sábado con tristeza; me
regalaron un consejo, me robe un beso; me mintieron algunas veces y casi
siempre dije la verdad; escuche palabras de envidia, odio y avaricia, y fui
sordo para atender las frases de amor y amistad; me quede esperando las palabras
de muchos y oí de pocos muchas palabras; recibí lealtades y pocas traiciones; ame
poco y me odiaron mucho; desperté rumores y aclare dudas; dios me gritó y no
tengo saldo para escuchar su mensaje de voz; conocí –si alguna vez se puede-
personas de muy altos principios, en donde precisamente las reglas marcan que
no descubriría nada, en fin, pague por el aprendizaje puntualmente y no le
quedo debiendo a nadie, salvo, algunas monedas, que sirven para acallan la
conciencia de cualquiera que vive con rencores y que se le hace poco cualquier
pago, por sobrado que este sea.
Seguramente, en la historia de mi
vida alguien me preguntara cómo aprendí a vivir, y probablemente les cuente con
lujo de detalles el aula, el maestro, el libro y la lección, pero jamás
comprenderán el costo que pague, tal veces sea eso, lo que más valor tenga, que
nadie paga por tu aprendizaje de vida, al final agradezco a “Las Ítacas” el viaje.
Hoy puedo decir que fui
bendecido, que lejos de lo que muchos piensan he tenido lo que he necesitado, y
que el denario que recibí de pago por mi jornal ha sido justo Mateo 20:1-16, que soy un punto de
partida, un exordio, una referencia o tal vez un colofón en la vida de alguien,
y por eso estoy agradecido, y te agradezco a ti, porque tú serás siempre una
referencia en mi vida, no importa el próximo año, este año que está por
concluir tu presencia influyó y marcó mi vida.
Pero para no desentonar, por ese
conducto les pido a todos los que ofendí voluntaria o involuntariamente una
sentida disculpa, les refrendo a todos mi amor, respeto y cariño, y les deseo
que el próximo año este lleno de risas, abrazos, besos, amor, familia, padres,
pareja, hijos, nietos, trabajo, prosperidad, triunfos y, para los esotéricos,
de buenas vibras. Por mi parte, hago el propósito para que el próximo año no tenga que dar tantas “sentidas disculpas” y pueda ofrecer más
risas, abrazos, besos y amor, creo que todos tenemos un propósito en la vida y,
es nuestra obligación buscar cumplir con ese propósito, si en algo te puedo
servir para alcanzar tu objetivo de vida cuenta conmigo.
Rubén García Contreras.
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