lunes, 25 de abril de 2011

El sicario, un documental proscrito en México (1)

Room 164

El fin de semana pasado, correspondiente a la semana santa, como si tuviera relación con la expiación de culpas, tuve la oportunidad de ver  Sicario Room 164” un documental que lo puedes encontrar en You Tube, su duración es de aproximadamente 80:00 minutos, fue hecho por Charles Bowden, escritor y periodista especializado en temas de narcotráfico.
Del tema del narcotráfico en México, se han escrito cientos de libros, textos, estudios, tesis y hasta chistes, se han publicado fotos de todos los capos y no tan capos, se han hechos entrevistas, encuestas y hasta conferencias sobre el tema, y los puntos recurrentes son los mismos: Algunos a favor del combate al narco, otros, a favor de la legalización de la mariguana (sin que se mencione nada respecto a la coca, la heroína, el cristal,  etc.), pero al final del día casi todos convienen que no es buena la venta y el consumo de droga, más aún todos coinciden que lo que gira alrededor del narcotráfico es más nefasto que la propia venta de droga (secuestros, homicidios, etc.).
El documental, se desarrolla en el cuarto de un hotel (por eso se llama Room 164), por qué ahí??? bueno el protagonista lo explica con lujo de detalle. La trama es sencilla, un solo actor que en un soliloquio, mas que en entrevista, empieza diciendo cómo se hizo sicario de un grupo delictivo en Cd. Juárez, Chihuahua, y ahí, en ese momento me enganche.
El entrevistado, con la cara cubierta, narra como desde hace 20 años empezó como matón bajo las orden de un shaka (jefe) del narco, primero haciendo funciones de burro (transportando droga al Paso, Texas), después como miembro de rango en la organización.
Platica, con mucho detalle la forma y los medios que utiliza el narco para secuestrar y matar a un individuo, ya sea del bando contrario o de su misma organización que se insubordinó o que debía dinero de la droga, la narrativa es muy creíble y desde luego aporta datos que nada mas alguien involucrado en ese medio conoce; pero algo que siempre esta presente es la corrupción de los cuerpos policiacos y, según dice, del ejército.

jueves, 7 de abril de 2011

miércoles, 16 de marzo de 2011

Todos debiéramos tener hijos

En días pasados, por cuestiones de mi carácter civil, asistí al pediatra, que cosa más interesante digno de un programa de NatGeo o cuando menos de un estudio antropológico, ahí tenemos a los padres orgullos del crío que avanza en su desarrollo físico y mental, los abuelos orgullos  porque la estirpe perdurara y no dejan de cuidar detalle del infante, que si la cobija por el frio, que si los zapatitos, que si ya tiene hambre, por supuesto los comentarios en cuanto a la genética no se hacen esperar… “Es que su papá era igual de friolento” o “su mama nunca se dejaba los zapatitos puestos”.
Bueno, y a que viene todo esto, pues me di cuenta que nosotros cambiamos totalmente nuestra forma de ser y de actuar ante la presencia de los niños, más aún, cuando estos son de nuestros clan o de nuestra manada, nadie me puede negar que la risa de un niño, te cambia el mal humor en cuestión de instantes y te desarma de cualquier animo belicoso, así como tampoco nadie puede huir de tocar y acariciar la tersa piel de un bebe, que te hace pensar que si los ángeles existieran y los pudieras tocar tendrían esa misma suavidad.
Así que por qué esperar a tener un bebe cerca, para poder sacar los mejores sentimientos humanos que tenemos, sí ese estado emocional lo podemos tener siempre, nuestra familia, el país y el mundo serían estupendos, todos profesándonos muestras de cariño, cuidando en todo momento nuestros actos y lenguaje, para que nuestros menores no aprendan esas malas mañas.
Fíjate por un momento en la T.V., el cine, una revista y confirmaras que los anuncios o comerciales más emotivos, los más sinceros o tal vez los menos engañosos, son precisamente donde aparecen niños.
Alguna vez has considerado pasar un día completo sin decir mentiras, maldiciones, insultar, ofender o agredir; alguna vez te has propuesto salir a la calle con una sonrisa, saludando a todos los que te vean y tomando las cosas con más alegría, tal como lo haría un niño.